EL ESPAÑOL RODIL ATACA VIÑAC, CHOCOS, HUANGASCAR, APURI, TANA Y CACRA DESPUES DE LA BATALLA DE CHUPAMARCA, DEL LIBRO "YAUYOS EN LA GUERRA POR LA INDEPENDENCIA" DE WINSTON REYES RAMOS.
El 31 de julio de 1822 las tropas realistas al mando de uno de los más sanguinarios jefes españoles, el coronel José Ramón Rodil se posesionaron en los alrededores de Chupamarca.
Las guerrillas de Yauyos al mando del comandante Marcelino Huamán de Víñac y Francisco Lobatón de Cacra salieron hacer frente al enemigo, aunque en desventaja numérica, pues gran parte de la tropa patriota se había retirado con el Gobernador Tadeo Tellez a Yauyos.
Se trabó un sangriento combate, por espacio de tres horas, luego del cual, las guerrillas fueron perdiendo terreno por el avance realista. La superioridad numérica fue decisiva en esta acción. Finalmente, las guerrillas se retiraron al lugar de Quillahuanca.
Al día siguiente el coronel Rodil y el ejército realista ocupó Chupamarca, desde donde iniciaría una serie de acciones en contra de los demás pueblos de Yauyos.
RODIL ATACA CHOCOS, HUANGASCAR, VÍÑAC, APURÍ, TANA Y CACRA.
El coronel español Rodil, al día siguiente, desde Chupamarca inició el ataque vandálico contra los otros pueblos de Yauyos. En un despliegue de fuerzas de caballería, con animales frescos y efectivos bien entrenados apoyados con una infantería ligera cayeron rápida y simultáneamente sobre los pueblos de Chocos, Huangascar, Apurí y Víñac donde tomaron el cuartel de las guerrillas que había sido desocupada.
Estas tropas no tuvieron compasión de nadie, arrasaban e incendiaban todo a su paso.
Días después las guerrillas de Marcelino Huamán y Francisco Lobatón recibían refuerzos del comandante Villafanes de Pampas y se organizaban para un nuevo ataque, los realistas pasaron a los pueblos de Tana y Cacra cometiendo los mismos abusos.
En tanto, de Yauyos partieron el grueso de las guerrillas al mando del capitán José Abal el día 6 de agosto con dirección al sur de Yauyos, por orden del Gobernador Tadeo Tellez debían reunir todas las fuerzas de los pueblos, reorganizar los cuarteles y atacar al enemigo hasta el punto de Chupamarca.
Ese mismo dìa, 6 de agosto de 1822 desde Chupamarca, el coronel español Rodil enviaba una proclama a los pueblos de Yauyos y adyacentes de la costa, instándoles a presentarse ante el ejército realista pues él estaba “dispuesto a recibir a todo verdadero arrepentido, indultándole”. Esperando que su proclama tenga efecto en los habitantes, que habían sufrido el castigo y rigor de las tropas del rey, Rodil espero pacientemente algunos días en Chupamarca.
Nadie acudió al llamado de Rodil, por contrario, los pueblos de Yauyos acompañaban con vítores, alimentos y apoyo a sus guerrillas que marchaban nuevamente para enfrentarse a los realistas.
En oficio de fecha 8 de agosto de 1822, el Gobernador político de Yauyos comunicaba al Ministro de Guerra Tomas Guido “estoy seguro, que el enemigo bien podrá entrar, – en territorio de Yauyos – pero salir, ninguno”.
Tal era, la resolución de la Partida de Guerrillas de Yauyos, en no permitir, cruzar a los realistas por su provincia.
Cuando las guerrillas al frente del capitán Jose Abal y del comandante Francisco Villafanes se reunieron con los hombres de Marcelino Huamán y Francisco Lobatón tomaron dirección al pueblo de Chupamarca decididos a enfrentarse al Coronel Rodil.
Esto no sucedió, pues las tropas realistas al mando de Rodil, conociendo el arrojo y la decisión de los Yauyinos, se retiraron hacia el pueblo de Tantará. (del libro "Yauyos en la Guerra de la Independencia de Winston Reyes Ramos)
PROCLAMA DE RODIL A LOS PUEBLOS DE YAUYOS Y ADYACENTES DE LA COSTA.
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“Don José Ramón Rodil, Coronel de los ejércitos nacionales, Primer ayudante General del estado Mayor del Perú y comandante General de la División Central de Lima, condecorado con las cruces de Espinoza de los Moneros, San Payo, Tamanes, Medina del Campo, Pamplona, Tercer Ejercito de Cancharraya, etc,etc, etc…”
¡Pueblos de Yauyos y Adyacentes de la Costa!
Estoy en vuestro territorio, hace días, con objeto de sacaros de vuestros errores, y recibir a todo verdadero arrepentido, indultándole, como lo haré desde luego que se me presenten en nombre del Señor General en Jefe del Ejército de Lima, Mariscal de Campo Don José de Canterác, a que dependen las tropas a mi mando, ellas son bravas y tienen Disciplina para arrollaros, y haceros pedazos como habéis visto en este Pueblo el 1ro del corriente los de Víñac, Huangasca, Tana y Apurí. Hongos, Cacra y Chucos, pero también conservan generosidad para respetar vuestras propiedades, si hoy le presentáis como amigo y les hospedáis y recibís bien como españoles, yo respondo entonces de vuestras seguridades y de conservaros tranquilos en vuestros hogares, labores, comercio industria, y ocupaciones de cada uno, pero sino vuestras penalidades serán consiguientes sin que mi sentimiento humano pueda remediar los desastres, en vuestras vidas, y hacienda que respeté por ahora hasta conciencia cierta, cerciorarme de vuestra conducta actual, y sucesiva, y si corresponde a mis deseos, hallareis toda la bondad que me podéis apetecer, y sino los resultados, hoy harán llorar no haber creído mi ingenuidad en obsequio de vuestro bien, y de amistad a los nacionales”.
“Los enemigos del orden del Perú, hoy han engañado bien, pero a costa de vuestras existencias, e intereses ellos jamás se presentan a nuestras filas, sino para huir cobardemente, pero proyectaron Montoneras para sacrificar impunemente incautos ciudadanos, y asegurarse su cobardía en el ocio, y palpado, pues desde que proclamaron la cantada Independencia, de buen lenguaje, engaño perfidia y malignidad contra vuestros verdaderos bienes, no han hecho más que prometer terminación y conclusión de guerra, cuando se hallan casi en una imposibilidad absoluta de continuarla más que defensivamente, mientras que nuestro numeroso ejército no se les aproxima, que en tal caso, si la escuadra que está surcando hacia el Pacifico, no les impide su fuga, se embarcaran y os embarcaran a vosotros y a vuestros hijos, para desterraros eternamente a su capricho fuera del Perú, y por consiguiente de la grande nación Española a que pertenecéis como ilustres ciudadanos de ella”
“Mucha más tenía que deciros en esta ocasión a fin de probaros una eterna verdad a vuestro bien político, pero sí que quitáis de ella sucinta, y de saber solo mis intenciones emanadas de liberal y Real gobierno que sabiamente nos dirige actualmente”
San Pedro de Chupamarca, agosto 6 de 1822, (del libro "Yauyos en la Guerra de la Independencia" de Winston Reyes Ramos).
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